ESTÁN en la banca, la Justicia, la hostelería, la construcción, el textil… Los judíos españoles se mueven en los círculos más poderosos y mantienen contacto con la elite económica y política. Contar con el respaldo del «lobby» hebreo incluso puede librarles de la cárcel.
ALFONSO TORRES. Aunque residen a miles de kilómetros de Israel, viven el conflicto de Oriente Próximo como si fuera suyo. De hecho, están sufriendo en carne propia el brote del neoantisemitismo que ha despertado en toda Europa el endiablado avispero en que se ha convertido el enfrentamiento entre israelíes y palestinos. Los judíos constituyen una de las comunidades más enraizadas y prósperas de España, pero también de las más desconocidas pese a encontrarse en un país que fue cuna del sefardismo.
Contrariamente a lo que se piensa, los judíos españoles o sus descendientes no son todos millonarios ni forman una piña destinada a la exclusiva defensa de sus intereses económicos. Plenamente integrados en la sociedad, la mayoría vive en el anonimato y sólo de algunos pocos se puede decir que son verdaderamente ricos.Es el caso de Marc Rich, conocido magnate de las materias primas, que ha llegado a mover volúmenes de 13.000 millones de dólares anuales, a quien Bill Clinton indultó tras ser acusado durante 18 años de protagonizar el mayor fraude fiscal de la historia de EEUU. O del financiero y coleccionista de arte Jacques Hachuel, un hombre acostumbrado a multiplicar por mil los beneficios, que ha recorrido el mundo embarcado en toda clase de aventuras especulativas y sobre el que han caído ya dos penas de cárcel en España por sus ilegales manejos económicos con Mario Conde.
A diferencia de los anteriores, hay otros judíos o descendientes de éstos que no son conocidos por sus líos judiciales sino por sus éxitos empresariales y profesionales. Es el caso de Alicia Koplowitz. La empresaria preside a título honorífico la sección española del Centro Peres para la Paz, creado por Simon Peres y presidido en Madrid por el empresario judío Isaac Siboni. Los trabajos del Centro Peres han llevado a Alicia Koplowitz a viajar a Israel y a visitar la peligrosa sede de la Autoridad Palestina en compañía del rais Yasser Arafat.
CONTACTOS CON PERES
Las relaciones entre la empresaria y el recién dimitido ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Simon Peres, son tan cercanas que se reúnen siempre que éste visita España ya sea en viaje público o privado. La noche del 22 de junio de 1997 Alicia Koplowitz fue una de las primeras en llegar al domicilio de Siboni, en la madrileña urbanización de La Moraleja, donde se celebraba un cóctel en honor de Peres, al que la Universidad de Alcalá había investido doctor honoris causa. Entre otros, estuvieron presentes el barón Eric de Rothschild, presidente del grupo bancario del mismo nombre; los empresarios Plácido Arango, Simón Xavier Hermés; Max Mazin, entonces copropietario de los hoteles Tryp; el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José Luis Leal (casado con una judía de origen francés), el magistrado del Tribunal Constitucional Rafael Mendizábal, y el ex presidente de la Junta de Andalucía Rafael Escuredo, de antepasados sefardíes y relacionado con los círculos judíos de Madrid.
Más recientemente, la noche del 24 de abril de 2002, un día después de haber asistido a la clausura de la Conferencia Euromediterránea de Valencia, Simon Peres acudió al restaurante Casa Lucio. Antes que él habían entrado Isaac Siboni y Alicia Koplowitz.
Otro de los judíos más acaudalados de España es el presidente de Jazztel y creador del portal Ya.com, Martín Varsavsky, a quien la revista Forbes define como «joven, rico y emprendedor». Varsavsky, uno de los primeros impulsores de Internet en español, que tras ser un inmigrante pobre a los 27 años de edad ya había ganado su primer millón de dólares en EEUU, acaba de donar a los judíos de Madrid un polideportivo que le ha costado más de 600.000 euros.
En algunos casos los magnates del judaísmo se relacionan con personajes (judíos y no judíos) de la vida pública española para resolver sus problemas jurídicos. Así, el hebreo peruano Baruch Ivcher Bronstein, propietario de Frecuencia Latina-Canal 2, se libró de ser detenido por las autoridades españolas en 1997, cuando Fujimori cursó una orden internacional de busca y captura.
Las buenas relaciones con los dirigentes de la comunidad judía española también libraron de las rejas al magnate ruso de las comunicaciones Vladimir Gusinski, presidente de Media Most, que, acusado de estafa, fue detenido a finales de 2000 en su mansión de Cádiz y solicitado en extradición por las autoridades rusas.
EL CASO GUSINSKY
En medio de un fuerte debate entre el fiscal Eduardo Fungairiño (favorable a la entrega del empresario) y Baltasar Garzón, que le dejó en libertad bajo fianza de seis millones de euros, Gusinski abandonó España y se refugió en Israel dejando tras de sí la extraña estela de los intereses que se movilizaron. Son de destacar tres detalles significativos: una carta que el presidente del Congreso Mundial Judío, Edgar Bronfman, envió al Monarca español pidiéndole «levantar su autoridad moral» para asegurar la libertad de Gusinski; una visita que realizó el ex embajador de Israel en España, Shlomo Ben Ami, al magnate ruso en la cárcel de Soto del Real, y unas llamadas en pro del empresario recibidas por Javier Rupérez en Washignton.
El caso Gusinski no es el único escándalo relacionado con algún judío poderoso en el que se ha intentado utilizar el nombre del Rey. En EEUU se cita al Monarca entre quienes intercedieron ante Bill Clinton para que concediese el indulto a Marc Rich. Aún se investigan los coletazos de este polémico perdón, en el que también tuvo su participación el empresario español Fernando Fernández Tapias.
España, que hace esfuerzos por jugar un papel cada vez más decisivo en Oriente Próximo, es el país europeo donde residen menos judíos (entre 20.000 y 30.000) y dónde menos se conoce la realidad de este colectivo. Los judíos españoles (el 80% de origen marroquí, establecidos y plenamente integrados sobre todo en Madrid, Barcelona, Málaga, Torremolinos, Ceuta y Melilla) iniciaron su retorno masivo a Sefarad hace pocos años. Sus descendientes apenas están empezando a destacar en el arte, la moda, la música, la ciencia, la literatura y la empresa.
Alfonso Torres es autor del libro «El lobby judío. Poder y mitos de los actuales hebreos españoles», recién publicado por La Esfera de los Libros.
ALFONSO TORRES. Aunque residen a miles de kilómetros de Israel, viven el conflicto de Oriente Próximo como si fuera suyo. De hecho, están sufriendo en carne propia el brote del neoantisemitismo que ha despertado en toda Europa el endiablado avispero en que se ha convertido el enfrentamiento entre israelíes y palestinos. Los judíos constituyen una de las comunidades más enraizadas y prósperas de España, pero también de las más desconocidas pese a encontrarse en un país que fue cuna del sefardismo.
Contrariamente a lo que se piensa, los judíos españoles o sus descendientes no son todos millonarios ni forman una piña destinada a la exclusiva defensa de sus intereses económicos. Plenamente integrados en la sociedad, la mayoría vive en el anonimato y sólo de algunos pocos se puede decir que son verdaderamente ricos.Es el caso de Marc Rich, conocido magnate de las materias primas, que ha llegado a mover volúmenes de 13.000 millones de dólares anuales, a quien Bill Clinton indultó tras ser acusado durante 18 años de protagonizar el mayor fraude fiscal de la historia de EEUU. O del financiero y coleccionista de arte Jacques Hachuel, un hombre acostumbrado a multiplicar por mil los beneficios, que ha recorrido el mundo embarcado en toda clase de aventuras especulativas y sobre el que han caído ya dos penas de cárcel en España por sus ilegales manejos económicos con Mario Conde.
A diferencia de los anteriores, hay otros judíos o descendientes de éstos que no son conocidos por sus líos judiciales sino por sus éxitos empresariales y profesionales. Es el caso de Alicia Koplowitz. La empresaria preside a título honorífico la sección española del Centro Peres para la Paz, creado por Simon Peres y presidido en Madrid por el empresario judío Isaac Siboni. Los trabajos del Centro Peres han llevado a Alicia Koplowitz a viajar a Israel y a visitar la peligrosa sede de la Autoridad Palestina en compañía del rais Yasser Arafat.
CONTACTOS CON PERES
Las relaciones entre la empresaria y el recién dimitido ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Simon Peres, son tan cercanas que se reúnen siempre que éste visita España ya sea en viaje público o privado. La noche del 22 de junio de 1997 Alicia Koplowitz fue una de las primeras en llegar al domicilio de Siboni, en la madrileña urbanización de La Moraleja, donde se celebraba un cóctel en honor de Peres, al que la Universidad de Alcalá había investido doctor honoris causa. Entre otros, estuvieron presentes el barón Eric de Rothschild, presidente del grupo bancario del mismo nombre; los empresarios Plácido Arango, Simón Xavier Hermés; Max Mazin, entonces copropietario de los hoteles Tryp; el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José Luis Leal (casado con una judía de origen francés), el magistrado del Tribunal Constitucional Rafael Mendizábal, y el ex presidente de la Junta de Andalucía Rafael Escuredo, de antepasados sefardíes y relacionado con los círculos judíos de Madrid.
Más recientemente, la noche del 24 de abril de 2002, un día después de haber asistido a la clausura de la Conferencia Euromediterránea de Valencia, Simon Peres acudió al restaurante Casa Lucio. Antes que él habían entrado Isaac Siboni y Alicia Koplowitz.
Otro de los judíos más acaudalados de España es el presidente de Jazztel y creador del portal Ya.com, Martín Varsavsky, a quien la revista Forbes define como «joven, rico y emprendedor». Varsavsky, uno de los primeros impulsores de Internet en español, que tras ser un inmigrante pobre a los 27 años de edad ya había ganado su primer millón de dólares en EEUU, acaba de donar a los judíos de Madrid un polideportivo que le ha costado más de 600.000 euros.
En algunos casos los magnates del judaísmo se relacionan con personajes (judíos y no judíos) de la vida pública española para resolver sus problemas jurídicos. Así, el hebreo peruano Baruch Ivcher Bronstein, propietario de Frecuencia Latina-Canal 2, se libró de ser detenido por las autoridades españolas en 1997, cuando Fujimori cursó una orden internacional de busca y captura.
Las buenas relaciones con los dirigentes de la comunidad judía española también libraron de las rejas al magnate ruso de las comunicaciones Vladimir Gusinski, presidente de Media Most, que, acusado de estafa, fue detenido a finales de 2000 en su mansión de Cádiz y solicitado en extradición por las autoridades rusas.
EL CASO GUSINSKY
En medio de un fuerte debate entre el fiscal Eduardo Fungairiño (favorable a la entrega del empresario) y Baltasar Garzón, que le dejó en libertad bajo fianza de seis millones de euros, Gusinski abandonó España y se refugió en Israel dejando tras de sí la extraña estela de los intereses que se movilizaron. Son de destacar tres detalles significativos: una carta que el presidente del Congreso Mundial Judío, Edgar Bronfman, envió al Monarca español pidiéndole «levantar su autoridad moral» para asegurar la libertad de Gusinski; una visita que realizó el ex embajador de Israel en España, Shlomo Ben Ami, al magnate ruso en la cárcel de Soto del Real, y unas llamadas en pro del empresario recibidas por Javier Rupérez en Washignton.
El caso Gusinski no es el único escándalo relacionado con algún judío poderoso en el que se ha intentado utilizar el nombre del Rey. En EEUU se cita al Monarca entre quienes intercedieron ante Bill Clinton para que concediese el indulto a Marc Rich. Aún se investigan los coletazos de este polémico perdón, en el que también tuvo su participación el empresario español Fernando Fernández Tapias.
España, que hace esfuerzos por jugar un papel cada vez más decisivo en Oriente Próximo, es el país europeo donde residen menos judíos (entre 20.000 y 30.000) y dónde menos se conoce la realidad de este colectivo. Los judíos españoles (el 80% de origen marroquí, establecidos y plenamente integrados sobre todo en Madrid, Barcelona, Málaga, Torremolinos, Ceuta y Melilla) iniciaron su retorno masivo a Sefarad hace pocos años. Sus descendientes apenas están empezando a destacar en el arte, la moda, la música, la ciencia, la literatura y la empresa.
Alfonso Torres es autor del libro «El lobby judío. Poder y mitos de los actuales hebreos españoles», recién publicado por La Esfera de los Libros.
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