Autor: Serguéi Dovlátov
:::::SOTO DEL REAL CON LA CONTRACULTURA:::::
ISBN: 978-84-96840-30-0
Precio: 14 €
Páginas: 160
Traductor: Ricardo San Vicente
Editorial: Áltera
En los últimos meses se han publicado varios libros sobre los horrores del comunismo en la antigua Unión Soviética. Recuerdo Yo escogí la libertad y El niño 44. El primero son las memorias de Víctor Kravchenko, un ucraniano nacido en 1905 que conoció el idealismo de la Revolución y luego asistió al genocidio de la colectivización del campo, las purgas en el PCUS, el culto a la personalidad de Stalin, el fracaso de la industrialización y la incompetencia militar ante la invasión alemana; Moscú le envió a Estados Unidos como miembro de una comisión que seleccionaba material militar y en abril de 1944 huyó. El otro libro es una novela, El niño 44, escrita por el británico Tom Rob Smith y en el que se describe la investigación de un crimen en los años 50, al final del estalinismo. Ambos son estremecedores, como Koba, el Temible, Stalin y los verdugos, de Donald Rayfield, El doctor Zhivago, de Borís Pasternak, Un día en la vida de Ivan Denisovitch, de Alexandr Solzhenitsyn nos conmovemos hasta las lágrimas ante tanto sufrimiento, por mucho tiempo que haya transcurrido desde la apertura de los gulag y de la NKVD.
La peculiaridad de Los nuestros es su recurso al humor y al sarcasmo para describir la vida de las personas que formaban el Hombre Nuevo creado por el socialismo. El libro es una colección de relatos escritos por Serguéi Dovlátov centrados sobre los miembros (y las miembras) de su familia, que tenía sangre judía.
El traductor, Ricardo San Vicente, explica en el prólogo a la edición de Áltera, que Dovlátov pertenecía “a la espléndida pandilla de jóvenes escritores que surgió en los 60 al calor del deshielo, tras la muerte de Stalin, y que prácticamente se esfumó -emigró, enmudeció y se disolvió en alcohol- en los 70. De entre aquellos poetas, narradores e intelectuales leningradenses que ignorando la cultura oficial decían vivir en Píter (Petersburgo) pocos quedan hoy”. El autor emigró con su mujer y su madre a Estados Unidos, donde por fin publicó su obra. Ésta apareció en la URSS sólo al comenzar la perestroika.
A través de los abuelos, los primos, los tíos y la madre de Dovlátov se conoce el régimen soviético. Todos ellos son personas encerradas en una prisión tan opresiva como absurda: envidias, rencillas, prohibiciones, chivatos, pobreza… Las viviendas compartidas, la desesperación que llevaba a beber hasta perder el sentido, el absurdo del régimen, la censura, aquí adquieren otro aspecto distinto al ya conocido.
Dovlátov escribe con frases cortas, sin adjetivos ni oraciones subordinadas, una escritura simple, pero nada sencilla que produce retratos, descripciones y diálogos de mucha fuerza.
Dovlátov escribe con frases cortas, sin adjetivos ni oraciones subordinadas, una escritura simple, pero nada sencilla que produce retratos, descripciones y diálogos de mucha fuerza.
Poco más se puede escribir sobre el libro, breve y sorprendente, salvo recomendar su lectura y reproducir algunas de las frases:
“Los hermanos mayores se interesaban por la literatura, el arte. EL menor, Leopold, ya desde pequeño siguió otro camino, mucho más prometedor. Leopold se dedicaba al trapicheo.”
“-Ahógame (…). Estoy harto de esta vida. No creo que el comunismo se pueda construir en un solo país. Me he deslizado hacia el lodazal del trotskismo.”
“Yo creo que el latín y Rod Steward son incompatibles.”
“Los amigos se disponían a ir a un concierto clandestino. A escuchar a un vanguardista. Un vanguardista, por lo demás, bastante original, si se puede decir así. Tocaba el violonchelo acostado.”
“La vida había hecho de mi primo hermano un delincuente. Creo que tuvo suerte. Si no, se hubiera convertido, sin duda, en un alto funcionario del partido.”
“Como es sabido, en nuestra prensa sólo las erratas dicen la verdad.”
“Desde mi más temprana infancia, mi educación fue políticamente tendenciosa. Mi madre, por ejemplo, despreciaba profundamente a Stalin.”
“Los hermanos mayores se interesaban por la literatura, el arte. EL menor, Leopold, ya desde pequeño siguió otro camino, mucho más prometedor. Leopold se dedicaba al trapicheo.”
“-Ahógame (…). Estoy harto de esta vida. No creo que el comunismo se pueda construir en un solo país. Me he deslizado hacia el lodazal del trotskismo.”
“Yo creo que el latín y Rod Steward son incompatibles.”
“Los amigos se disponían a ir a un concierto clandestino. A escuchar a un vanguardista. Un vanguardista, por lo demás, bastante original, si se puede decir así. Tocaba el violonchelo acostado.”
“La vida había hecho de mi primo hermano un delincuente. Creo que tuvo suerte. Si no, se hubiera convertido, sin duda, en un alto funcionario del partido.”
“Como es sabido, en nuestra prensa sólo las erratas dicen la verdad.”
“Desde mi más temprana infancia, mi educación fue políticamente tendenciosa. Mi madre, por ejemplo, despreciaba profundamente a Stalin.”
El autor:Serguéi Dovlátov (1941, Ufa - 1990, Nueva York) murió en la ambulancia que le trasladaba al hospital de la enfermedad que padeció toda la vida: el alcoholismo. Había nacido en septiembre de 1941 en Ufa, durante la evacuación de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. En 1978 emigró a Nueva York, en donde publicó en ruso la mayor parte de su obra. Todos sus libros aparecieron después en inglés con gran éxito, tal vez debido a que era un autor relativamente fácil de traducir.
Información obtenida de la web http://www.minutodigital.com/blogs/libros/?p=462
Libros que relatan la pesadilla comunista, vivida y relatada en primera persona. A nadie dejará indiferente y aclarará muchas ideas equivocadas acerca del comunismo y que son protegidas por algunas personas hoy en día. Una nueva forma de escribir sobre el comunismo que no parece políticamente correcta, dejando entre ver que la alianza sellada y pactada entre el capitalismo occidental y el comunismo oriental en la II Guerra Mundial ya se ha empezado a resquebrajar (si no hizo ya en la Guerra Fría, aunque eso nunca lo sabremos).
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