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martes, 5 de agosto de 2008

Carta de una muchacha vasca.

El otro día caminando por la calle me fijé en uno de esos carteles que suelen colocar por cualquier rincón, algo me llamó la atención, había un rostro que se me hacía familiar, me paré a leerlo con gran curiosidad, y para mi sorpresa y decepción era un conocido mío desde bien pequeña. Se trataba del padre de una de mis mejores amigas, con la que compartí muchas tareas del cole, con la que jugué en el parque durante horas, en fin, una de esas amistades con la que se pasa toda la adolescencia.
No lo podía creer, mis ojos no daban crédito… pero mi mente comenzaba a entender por qué mi padre no me permitía ir a dormir a su casa, por qué no le gustaba nada que fuese a la playa con la familia de esa amiga, de la que lo único que me separó fue escoger caminos distintos en esta vida.

El cartel no era ni más ni menos que el de un etarra, un etarra que esta preso por asesinato, uno de esos que no dudaría en llamar a mi padre maketo o belarrimotz… Ahora comprendo los cabreos de mi padre, su lucha interna… pues extremeño hasta la médula había sufrido en sus carnes el racismo antiespañol del separatismo vasco, él vino siendo un niño buscando un futuro digno, era el hijo mayor y tuvo que dejar los estudios para partir a tierras hostiles en busca de algo de fortuna.Al llegar a casa cogí un álbum viejo y lleno de polvo que guardaba arriba del todo de la estantería, comencé a ver fotos que me recordaban aquella época, allí salía yo, feliz con esa amiguita de la infancia… ajena a todos los peligros que me rodeaban.Recuerdo las charlas que nos daba su padre, en su casa siempre había que hablar euskera porque sino su aitatxo le castigaba, pero eso no me extrañaba, pues en la escuela pública me pasé muchos recreos escribiendo en la pizarra “Euskeraz hitzegin behar dut.” (Tengo que hablar en euskera.) una sola palabra en castellano era suficiente para pasar largo rato castigada en vez de estar jugando en el patio con los demás.Me paro a pensar en todo esto y la situación me da verdadero pánico, si no hubiese tenido una imagen de una España unida en mi cabeza, si no me hubiese parado a estudiar la historia de mi país, hace unos años me hubiese unido a los que protestaban en la plaza del pueblo, pues ante todo ¡era el padre de una amiga y debía apoyarla…!Gracias a dios maduré, y a día de hoy sé diferenciar a un asesino de un padre que resulta encarcelado por robar una barra de pan para dar de comer a su familia, sin embargo lo otro es una triste realidad, se trata de un padre que no dudó en romper una familia y dejar varios niños sin el cariño de una figura paterna… ¿Qué puedo sentir frente a él? Sin duda ya no queda cariño, sólo odio, repugnancia, y tristeza, mucha tristeza…Aquél que con el tiempo entendí que odiaba a mi padre solo por haber nacido en otro rincón de nuestra hermosa España, por haberse quedado en tierras vascas a formar una familia, aquél hombre había apretado el gatillo de la forma más cobarde posible, por la espalda y a traición, no dudo, me uniría por él a una manifestación, pero no para pedir por su vida, sino por su muerte.

:::::SOTO DEL REAL CONTRA EL NACIONALISMO SEPARATISTA, NI UN PASO ATRÁS:::::

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