Crivillén, en la comarca turolense de la Sierra de Arcos, tiene 110 habitantes. Tres más que a principios de este verano. Irine Entza, Gilberto Galeas y su hijo Raúl, de nacionalidad ecuatoriana, llegaron a mediados de julio a este pequeño pueblo de casitas apretadas. El Consorcio de Entidades para la Acción Integral con Migrantes (Cepaim) les propuso una nueva vida en este municipio, en el marco de un proyecto que persigue mejorar sus condiciones sociolaborales, satisfacer la demanda de mano de obra en el campo y frenar la despoblación.
Más de 100 familias esperan ser trasladadas a pueblos de Aragón, Valencia o Castilla-La Mancha dentro de esta iniciativa.
El proyecto arrancó en octubre del año pasado gracias a una subvención del Ministerio de Trabajo e Inmigración. Desde entonces la ONG ha trasladado a una decena de familias, preseleccionado a otro centenar e informado del proyecto a cerca de 110 localidades. Todos los colonos han encontrado empleo; como asalariados o incluso, como empresarios. "En el medio rural existe aún empleo latente y la familia se convierte en estructura productiva", explica Luis Antonio Sáez, profesor de la Universidad de Zaragoza y directivo del Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar).
La familia Galeas-Entza llegó hace ocho años a Madrid desde Macas, en el Este rural e indígena de Ecuador. Irine se pluriempleaba en dos establecimientos de comida rápida. Su marido trabajaba en la construcción, pero se quedó sin empleo a raíz de la crisis inmobiliaria.
Justo entonces, Cepaim les hizo un ofrecimiento que no pudieron rechazar. Esta ONG selecciona para este proyecto a inmigrantes que tienen especial vinculación con el medio rural pero que no tienen trabajo en la ciudad, según explica su director, Juan Antonio Segura.
La asociación se pone en contacto con ayuntamientos y empresarios locales y elabora un protocolo de actuación entre todas las partes para garantizar que no se generen tensiones entre los inmigrantes y la población autóctona. Se han firmado acuerdos con unos 20 consistorios; el último, con Almodóvar del Campo.
En el caso de Crivillén, la alcaldesa, María José Lecina (PAR), buscaba cubrir una vacante en la tienda-bar municipal y se interesó por este plan. Puso a disposición de los colonos la antigua casa del maestro por un alquiler razonable. Mes y medio después, el bar multiservicios de Crivillén está lleno de parroquianos que juegan a las cartas o ven la tele. La barra la atienden Irine y Gilberto mientras Raúl juega con otros niños del pueblo en las actividades programadas por la Diputación Provincial.
La alcaldesa destaca que, gracias a este último seguirá abierta la escuela rural, en cuya única aula estudiarán el próximo año cuatro niños. "Los inmigrantes no son vistos en estos pueblos como una amenaza, sino como una salvación", asegura el director de Cepaim. Pero Sáez, del Ceddar, advierte: "Si no se les da nada además de trabajo se irán, como se fueron tantos españoles de los pueblos".
El proyecto arrancó en octubre del año pasado gracias a una subvención del Ministerio de Trabajo e Inmigración. Desde entonces la ONG ha trasladado a una decena de familias, preseleccionado a otro centenar e informado del proyecto a cerca de 110 localidades. Todos los colonos han encontrado empleo; como asalariados o incluso, como empresarios. "En el medio rural existe aún empleo latente y la familia se convierte en estructura productiva", explica Luis Antonio Sáez, profesor de la Universidad de Zaragoza y directivo del Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar).
La familia Galeas-Entza llegó hace ocho años a Madrid desde Macas, en el Este rural e indígena de Ecuador. Irine se pluriempleaba en dos establecimientos de comida rápida. Su marido trabajaba en la construcción, pero se quedó sin empleo a raíz de la crisis inmobiliaria.
Justo entonces, Cepaim les hizo un ofrecimiento que no pudieron rechazar. Esta ONG selecciona para este proyecto a inmigrantes que tienen especial vinculación con el medio rural pero que no tienen trabajo en la ciudad, según explica su director, Juan Antonio Segura.
La asociación se pone en contacto con ayuntamientos y empresarios locales y elabora un protocolo de actuación entre todas las partes para garantizar que no se generen tensiones entre los inmigrantes y la población autóctona. Se han firmado acuerdos con unos 20 consistorios; el último, con Almodóvar del Campo.
En el caso de Crivillén, la alcaldesa, María José Lecina (PAR), buscaba cubrir una vacante en la tienda-bar municipal y se interesó por este plan. Puso a disposición de los colonos la antigua casa del maestro por un alquiler razonable. Mes y medio después, el bar multiservicios de Crivillén está lleno de parroquianos que juegan a las cartas o ven la tele. La barra la atienden Irine y Gilberto mientras Raúl juega con otros niños del pueblo en las actividades programadas por la Diputación Provincial.
La alcaldesa destaca que, gracias a este último seguirá abierta la escuela rural, en cuya única aula estudiarán el próximo año cuatro niños. "Los inmigrantes no son vistos en estos pueblos como una amenaza, sino como una salvación", asegura el director de Cepaim. Pero Sáez, del Ceddar, advierte: "Si no se les da nada además de trabajo se irán, como se fueron tantos españoles de los pueblos".
Extraído de la web http://www.elpais.com/articulo/espana/Inmigrantes/pueblos/vacios/elpepunac/20080814elpepinac_19/Tes
Usan a los inmigrantes para los trabajos que supuestamente los españoles no quieren (porque no están dispuestos a hacerlo al precio que pagan los empresarios, por eso los traen porque ellos lo hacen por un tercio del que tu estarías dispuesto a cobrar por hacer, identicamente el mismo trabajo, por eso la economía esta tan bien, porque los empresarios estan todos muy felices). Ahora también los usan para repoblar españa (era lo que faltaba) porque dicen que los pueblos, muchos del interior de Castilla, se están viniendo a bajo por el éxodo del campo a la ciudad. Todo esto se podría haber solucionado hace muchos años sin inmigrantes ni gente ajena a España con una política social familiar digna (ya no buena...) en la que se incentivara debidamente que los españoles tuvieran descendencia, pero claro cuando estos crecieran iba a pasar lo mismo que con sus padres: que no iban a estar dispuestos a trabajar por un tercio del jornal normal y claro, eso a nadie le conviene y menos a los capitalistas empresarios que tenemos; por eso eso es más rentable el traer inmigrantes porque de donde vienen hay menos todavía y todo lo que saquen de aquí es más de lo que nunca sacarían de sus países, lo que viene a ser una verdadera lástima porque perdemos los españoles de a pie poder adquisitivo y pierden los países emisores de inmigrantes ya que cuantos más vengas, más se empobreceran estos paises ya que no cuentan con mano de obra para poder sacar adelante a sus paises.
:::::SOTO DEL REAL POR UNA POLÍTICA SOCIAL Y FAMILIAR DIGNA PARA LOS ESPAÑOLES:::::
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